A diferencia de lo que sucede en Erbil o en Dahok, Barzani no es querido en Suleimania -lleva años sin pisarla-, y buena parte de su población apoyó la campaña del Goran -segunda fuerza política del país- del “Ahora, no” [es el momento]. La hostilidad hacia Barzani, sus amigos y familia, se extiende de una forma muy notoria hacia todas las instituciones del Gobierno kurdo, uno de los más corruptos del planeta, junto al de Bagdad. La ‘democracia’ mencionada por el catalán Artur Más es, en opinión de las formaciones de izquierda iraquíes (residuales, pero muy críticas) y de las milicias kurdas de Turquía y Siria, una dictadura tribal sostenida sobre las relaciones clientelares, el favor recíproco y la corrupción. El portavoz del Partido Comunista del Kurdistán fue el único representante del Parlamento que aprovechó la sesión del viernes, 15 de septiembre, para denunciar los recortes de salarios de los funcionarios y el enorme sufrimiento que padece el pueblo kurdo. La cámara de Erbil tras permanecer dos años suspendida por Barzani a modo de graciosa concesión con el único fin de refrendar su voluntad de celebrar el referéndum. Sólo 68 de sus 111 miembros acudieron a la sesión, y tres de ellos, votaron en contra.
PRODUCIDO por FERRAN BARBER, para PÚBLICO. Octubre de 2017
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